miércoles, 15 de septiembre de 2010

Otra de perros (Salamanca)

Increíble lo vivido anoche en la Plaza San Justo en Salamanca, ya sabemos cómo es la policía local de esta ciudad, pero ya atacan hasta en fiestas. Con la escusa del ruido, ruido que generaron ellos calentando el ambiente con su presencia en una plaza llena de jóvenes que cuyo único delito es estar pasándoselo bien bailando, bebiendo y cantando (algo normal en las fiestas de un pueblo o ciudad), pararon dos coches y se quedaron mirando con aires de prepotencia a las personas en la plaza reunidas. Como es normal a nadie le gusta que lo traten como un delincuente sin haber cometido ningún acto de delincuencia, pero en esta ciudad de todos es sabido que para la policía local no existen personas buenas más que el que esté a favor del señor alcalde de Salamanca, pronto comenzaron los abucheos y cantos a los señores policías y sin olvidar por supuesto las merecidísimas menciones al alcalde y su sequito. Tras un rato de provocación por parte de la policía decidieron marcharse con aplausos de los allí reunidos que, tontos de ellos, creían que no volverían. ¿Cuál fue la sorpresa? Ni dos minutos pasaron y se presentaron seis motos y dos coches de la local en la plaza cuyos ocupantes se bajaron porra en mano. Pero la gente supo mantener la compostura y no atendió a sus provocaciones, solo hubo cantos y se mantuvo el ambiente festivo. Mientras la jefa de los policías mantenía una discusión con algún chaval que no llego a mas, aunque intento provocar la violencia cuando un chaval se iba a apoyar en una farola mientras ella pasaba a su lado y la rozo un brazo con la mano sin querer lo que provocó que la señora policía amenazara a dicho chaval y que unos cuantos locales con cascos se acercaran porra en mano. Pero milagrosamente no llego mas, milagrosamente es un decir porque más bien fue que el chaval supo mantener la compostura y no les dio escusas para atacar. Los agentes estuvieron cosa de media hora porra en mano entre la multitud, pero al final les toco irse sin ese buen sabor de boca que les queda después de apalear a una persona o sacarle los cuartos a alguien por que les da la gana. Los perros de Lanzarote se quedaron sin su cacho de carne esta vez, y eso que no paraban de señalar al chico con el que estuvo ladrando la agente. Una vez más se demuestra quien son los irracionales y que en Salamanca ser joven es un delito muy grave.

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